Queremos
Conocerle A Él.
Cuándo
entregamos nuestra vida al Señor, hay diferentes escalones, diferentes niveles.
Cuando somos
recién convertidos, buscamos las cosas del Señor como bebés.
Como dice la Palabra,
como niños en la fe.
Y a medida que
vamos creciendo, vamos buscando más profundidades del Señor.
Vamos
conociendo que, ya no son los milagros los que buscamos, ya no solamente
buscamos que el Señor puede hacer.
Ya no
solamente buscamos conocer su poder, no solamente queremos conocer sus obras.
A medida que
vamos creciendo en el Señor y madurando en Él, queremos conocerle a Él.
Ya nuestro
interés no es por un ver con nuestros ojos obras y milagros, es por verlo a él.
De por
conocerlo a él, conocer que él le agrada, conocer que él le gusta.
Sabemos si,
que él hace milagros, que él tiene poder, que él es el proveedor, es nuestro
sanador.
Pero, a medida
que vamos creciendo en el Señor, que sea nuestro proveedor, sigue siendo. Que
sean nuestro sanador, sigue sanando.
Pero llega un
punto más allá del Señor que sana, del Señor que Es El Señor.
Del Señor que
opera milagros, del Señor que es el Señor.
Empezamos
buscando al Señor porque queremos que él haga una obra en nuestras vidas, que
él traiga nuestros hijos de vuelta al camino del Señor.
Que él
intervenga en nuestro matrimonio, en nuestra economía, en las cosas que nos
ocurren diariamente.
Pero llega un
punto en nuestra oración, a medida que vamos orando, puede ser en una oración, en
un día que no levantemos orar, o puede ser en el camino, varios días, meses
años, pero llegó un punto en que ya el Señor de los milagros lo conocemos, el Señor
de poder lo conocemos.
Pero ya nos
estamos buscando al Señor de milagros, al Señor de poder.
Ya nuestra vida
no está detrás del Señor que hace, ahora nuestra vida está detrás del Señor que
es el Señor.
Ahora queremos
conocer a Dios, queremos entrar en su presencia, queremos que nuestra comunión sea
con el Dios, que queremos que él viva en nuestro ser.
No sé con qué
palabras explicarlo, pero alguien que escuche este video, me entenderá.
Hay momentos
en mi oración que no quiero pedirle nada.
Solo le digo: Señor
quiero conocerte a ti.
Señor no te
vengo a pedir nada.
Tú me bendices,
tú me das, pero no quiero nada, sólo te quiero a ti.
Quiero entrar
en tu aposento, entrar en tu recámara secreta, estar contigo.
Sólo quiero
que tú me abraces.
Señor quiero
sentir tu respiración tan cerca de mí.
Quiero estar
tan al lado tuyo, que el mundo entero pierde significado, sabor, esencia.
Porque todo lo
que me importa es el Señor.
Momentos en la
oración, donde sólo es Él y yo. Donde más nadie interviene, sólo él y yo.
Es una
intimidad, es sólo Él y yo.
Es mi vida quebrada
a sus pies.
En esos momentos
me siento como aquella vasija de alabastro, que aquella mujer llevó ante el Señor
y la rompió.
Y le dijo: Señor,
lo que soy yo, solo sirve para romperlo, por qué no es lo que soy.
Es lo que eres
tú, que tiene valor y significado en mi vida.
No importa lo
que yo sea, no importa lo que yo tenga, en éste momento no importa nada, sólo
importas tú en mi vida.
Es cuando todo
pierde sentido, cuando hasta el carro, el dinero, la familia, cuando esta la
familia pierde sentido.
Solamente
importa él, es todo lo que me importa.
Momentos en la
oración, donde sólo importa Él, solamente Él.
Él le da
sentido a toda mi vida, él le da sentido a lo que soy.
Él le da
sentido a lo que tengo, si algo puedo decir que tengo, porque delante de él
nada soy, porque simplemente soy una vasija que fue rota.
Y una vasija
rota, no tiene importancia, tiene importancia el perfume que emana, que está
adentro de esa vasija rota.
Que sale
cuando fue rota, y ese perfume es Él en mí.
Si no hay su
perfume en mí, mi vasija solamente una vasija que sirve para echar a la basura.
El perfume
dentro de mí es lo que me da valor.
Ese perfume adentro,
en mi espíritu, en mi alma, es lo que me hace ser de mucho valor delante de él,
es Él el perfume.
Es Jesús, mi
perfume, que tiene valor.
Es Él, mi
precioso Jesús, mi amado Jesús, es Él que le da valor a mi vida, y a tu vida da
valor sí tú permites que él entre a tu corazón.
Si tú permites,
él abre tu corazón y él entra a tu vida.
Espero haber sido de bendición.
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